¡Saneamiento para todo el mundo!

Un cuarto de siglo conmemorando el Día Mundial del Agua. Sí, ha(/-s) leído bien. El 22 de marzo de 1993 la Asamblea General de la ONU propuso celebrar por primera vez este día. Todo surgió a partir de una recomendación durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992 en Río de Janeiro. Esta Conferencia, también conocida como “Cumbre de la Tierra de Río”, marcó un hito al centrarse en el concepto de “desarrollo sostenible” (aquél que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades) y todo lo que esta idea conlleva desde las perspectivas social, económica y medioambiental.

Todos los días son ideales para aprender más sobre temas relacionados con el agua e inspirar(/-se) para compartir los problemas relacionados con esta sustancia inherente a la vida y, por ende, tomar medidas para cambiar la problemática. No obstante, es una fecha especial para que todo el mundo sea consciente de que nos atañe a todas/-os nosotras/-os la responsabilidad de cuidar de los recursos hídricos, que son finitos (a pesar de estar en constante renovación a través del ciclo hidrológico).

¿Y por qué un Día Mundial del Agua?

Las temáticas alrededor del agua son tan apasionantes como diversas y extensas… De este modo, y dejándose aconsejar por el sabio refrán “Quien mucho abarca poco aprieta”, ONU-Agua (la entidad que coordina el trabajo de la Organización sobre el agua y el saneamiento) prefiere centrar sus esfuerzos en un ámbito más concreto y cada año propone un asunto correspondiente a un desafío actual o futuro. En este 25 cumpleaños de esta celebración hídrica mundial, el tema principal versa sobre las aguas residuales (esas eternas desplazadas en el mundo del agua). Y, como no podía ser de otro modo, iAgua se hizo eco de ello y decidió sacar este interesante concurso de blogs.

En el año 2015, los líderes mundiales adoptaron una serie de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todas/-os como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Entre los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (Figura 1) incumbe sobremanera (sin menospreciar a los demás) el sexto: “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos” [1].


Figura 1. Según ONU, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Según la ONU, aproximadamente unos 1 800 millones de personas en todo el mundo utilizan una fuente de agua potable que está contaminada por restos de materia fecal [2], 663 millones no tienen ni acceso a fuente de agua potable y unos 2 400 millones de personas [3] carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, como letrinas y retretes. Los alarmantes datos sobre la pantalla (o el papel) de no cobertura de los servicios básicos de saneamiento respecto del acceso a agua potable justifican por sí mismos que el saneamiento sea tratado como el “hermano pobre del agua”: la población sin acceso a letrinas o retretes casi cuadruplica a la que no tiene cobertura por agua potable.

El saneamiento es tratado como el “hermano pobre del agua”: la población sin acceso a letrinas o retretes casi cuadruplica a la que no tiene cobertura por agua potable
Y, fruto de las casi inexistentes medidas de higiene y el agua insalubre, cada año fallecen cerca de 2 millones de personas en el mundo (en países en vías de desarrollo, principalmente) debido a enfermedades diarreicas, siendo el colectivo infantil el más vulnerable. Además, dicha situación se agudiza aún más en las zonas periurbanas y en las comunidades rurales respecto a las urbanas. ¿Soluciones hay? Sin duda, como casi para todo en esta vida, pero hace falta inversión en infraestructuras y educación sanitaria que conciencie sobre hábitos de higiene y uso adecuado del agua.

Merecen especial atención estas pequeñas poblaciones rurales. Su lejanía respecto de las ciudades o de zonas más pobladas no hace viable económicamente su conectividad con otras depuradoras (si llegan a existir). Y en caso de no existir, se prioriza la inversión en las urbes, puesto que pueden dar cobertura a más personas. Por consiguiente, la población de las aldeas o comunidades familiares queda en una situación de indefensión.

En muchos países en vías de desarrollo, se acaba priorizando desde los gobiernos estatales, departamentales y municipales la construcción de la infraestructura de agua potable (que empodera a la población); en muchas ocasiones, a partir de proyectos ingenieriles de cooperación para el desarrollo, que logran subvenciones importantes de agencias de cooperación internacional y gobiernos de otros estados industrializados.


Figura 2. Vaciado de un barril de lodos fecales en un río de Kenia.

Sin embargo, se sigue menospreciando la trascendencia de un saneamiento adecuado que cumpla con su misión higienista: que no contamine las aguas receptoras que serán empleadas para consumo (Figura 2) y, posteriormente, acabarán abasteciendo a la misma comunidad o a las de aguas abajo. Un pez que se muerde la cola, al fin y al cabo, y que también acaba afectando a la diversidad biológica y resistencia del propio ecosistema.

Y ante la carencia de esa depuración de aguas residuales, debe mencionarse el tabú y todo lo que ello conlleva, si anteriormente ya no se ha dicho: la defecación al aire libre. No queda otra alternativa. Más de un millardo (1 000 millones) de personas [4] se ven forzadas a practicarla día sí, día también alrededor del mundo. Su práctica aumenta el riesgo de contraer numerosas enfermedades e infecciones: fiebre tifoidea, hepatitis, polio, diarrea, lombrices intestinales, disfunción cognitiva, malnutrición y crecimiento físico reducido. Lo que en determinados países, como España, puede sonar como inconcebible; en otros, es una realidad. Una realidad que deja patente que existe una crisis sanitaria global.

La conclusión es inapelable: el acceso a saneamiento básico es crítico y necesario para el desarrollo humano
Tan sólo el acabar con la práctica de la deposición a la intemperie (Figura 3) se reducirían drásticamente las visitas a los hospitales, los días de clase perdidos y los fallecimientos. Cada 2 minutos y medio muere una criatura debido a estas fatídicas consecuencias; además, este año 40 millones de mujeres embarazadas se verán afectadas por gusanos, las chicas adolescentes seguirán dejando la escuela cuando comienzan a menstruar porque no tienen privacidad, que acaba repercutiendo en la amenaza que sienten cada día con la violencia sexual… y podríamos continuar con más problemas sociales que aparecen. La conclusión es inapelable: el acceso a saneamiento es crítico y necesario para el desarrollo humano.


Figura 3. Dos niños ejerciendo la práctica de la defecación al aire libre al lado de una farola en calles de la India.

Referencias bibliográficas

[1] Fuente disponible en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sost…
[2] Fuente disponible en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/water-and-sanitation/
[3] Fuente disponible en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/wp-content/uploads/sites/3/2…
[4] Fuente disponible en: http://opendefecation.org/#slide1
Figura 1. Imagen editada. Fuente disponible en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/

Fuente: http://www.iagua.es/

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